CCT Combat control Team
viernes, diciembre 19, 2008 por ZapadorLa capacitación CCT de nuestros zapadores les lleva a convertirse en controladores aéreos tácticos con una increíble capacidad para montar un aeródromo de fortuna a pleno rendimiento en cualquier superficie terrestre mas o menos plana y con la mínima resistencia necesaria para soportar las tomas y despegues de las aeronaves disponibles. Entre otras misiones el CCT se encarga de buscar, preparar, activar y controlar auténticos aeropuertos en prados, desiertos o carreteras. Para ello el CCT debe conocer los principios básicos de cómo funciona un aeropuerto, cómo se organiza el tráfico aéreo y tener una excelente capacidad espacial.
Para montar un aeropuerto de combate hace falta controlar la presión atmosférica, información que nos permitirá reportar al piloto el QNH y QFE del campo, de modo que las aeronaves provistas de altímetros barométricos de tipo aneroide que vayan a aterrizar en él puedan calar sus altímetros por debajo de la altitud de transición del campo. No hay que olvidar que la presión barométrica cambia en función de la presión y la temperatura, lo que altera las lecturas de los altímetros barométricos salvo que introduzcamos la corrección del QNH en la ventanilla Kollsman del mismo, para determinar el QFE del campo. Sin recibir estas correcciones del CCT podría darse el caso que varios pilotos volando en círculos a la misma altitud real leyesen en sus altímetros variaciones de varias decenas de metros, pensando que vuelan en circuitos distintos. Hay que conocer también la fuerza y dirección del viento, pues los aviones aterrizan siempre en contra del viento. El viento nunca sopla en la misma dirección, y cuando ésta cambia hay que avisar a todas las aeronaves en nuestro circuito para re-dirigirlas a aterrizar en la dirección contraria. Por este motivo los diagramas que muestran las aproximaciones a las pistas de aterrizaje, sean de cemento, tierra o césped, tienen segmentos como viento en cola (downwind), viento cruzado (crosswind), o viento de frente (upwind). En los esquemas adjuntos se puede ver con claridad esta designación.
Finalmente hay que señalar que las pistas de despegue y aterrizaje permanentes suelen recibir una numeración que no tiene carácter ordinal, sino que representa las dos primeras cifras del ángulo magnético que la pista tiene con respecto al norte magnético. Así la pista 05 hace referencia a una pista que estaría orientada a los 050º, mientras que la pista 23 sería la misma pista, pero tomándola desde su otro extremo (50º + 180º = 230º). El CCT no sólo debe tomar la decisión de dónde ubicar una pista de aterrizaje, sino de decidir en cada momento cuál es la configuración de la misma para que las aeronaves aterricen viento en contra.
La explicación de esa obsesión por el viento es muy sencilla. El viento no es sino una masa de aire en movimiento, por lo que al despegar en su contra se recorre menos distancia que si aterrizásemos a favor del viento. De hecho una aeronave que aterrice a una velocidad de 70 nudos de IAS, con un viento a favor de 20 nudos orientado en el eje de aterrizaje, tocaría con sus ruedas el suelo a 90 nudos de velocidad terrestre o GS. Si la pista es corta, sin duda se saldría de la misma. Y no olvideis que nada es mas inútil para un piloto que la altitud que queda por arriba, o la pista que queda por detrás. Por eso una de las misiones básicas del CCT es determinar la procedencia del viento dominante, para decidir la orientación con la que balizará su L/Z.
Hay muchos otros conocimientos que se exigen al controlador aéreo de combate. Debe conocer las clases de espacio aéreo, manejar e instalar radiobalizas y ayudas a la navegación, como los TACAN, VORs y DMEs, y asumir el riesgo de operar tras las líneas enemigas sentado encima de un transmisor que anuncia al mundo nuestra posición, debe saber utilizar los mas modernos equipos de transmisión de voz y datos, como las radios multi-banda y multifrecuencia HARRIS, y también se le pide capacidad para llevar a cabo levantamientos topográficos y señalizar de este modo L/Z, H/Zs y D/Zs. Y finalmente no debemos ignorar la misión más entrañable del CCT, que es la dirección de lanzamientos paracaidistas tácticos sobre el campo de batalla. Eso sí, nunca por encima de ciertos nudos de viento, que el viento y los paracas son viejos enemigos.
Para montar un aeropuerto de combate hace falta controlar la presión atmosférica, información que nos permitirá reportar al piloto el QNH y QFE del campo, de modo que las aeronaves provistas de altímetros barométricos de tipo aneroide que vayan a aterrizar en él puedan calar sus altímetros por debajo de la altitud de transición del campo. No hay que olvidar que la presión barométrica cambia en función de la presión y la temperatura, lo que altera las lecturas de los altímetros barométricos salvo que introduzcamos la corrección del QNH en la ventanilla Kollsman del mismo, para determinar el QFE del campo. Sin recibir estas correcciones del CCT podría darse el caso que varios pilotos volando en círculos a la misma altitud real leyesen en sus altímetros variaciones de varias decenas de metros, pensando que vuelan en circuitos distintos. Hay que conocer también la fuerza y dirección del viento, pues los aviones aterrizan siempre en contra del viento. El viento nunca sopla en la misma dirección, y cuando ésta cambia hay que avisar a todas las aeronaves en nuestro circuito para re-dirigirlas a aterrizar en la dirección contraria. Por este motivo los diagramas que muestran las aproximaciones a las pistas de aterrizaje, sean de cemento, tierra o césped, tienen segmentos como viento en cola (downwind), viento cruzado (crosswind), o viento de frente (upwind). En los esquemas adjuntos se puede ver con claridad esta designación.
Finalmente hay que señalar que las pistas de despegue y aterrizaje permanentes suelen recibir una numeración que no tiene carácter ordinal, sino que representa las dos primeras cifras del ángulo magnético que la pista tiene con respecto al norte magnético. Así la pista 05 hace referencia a una pista que estaría orientada a los 050º, mientras que la pista 23 sería la misma pista, pero tomándola desde su otro extremo (50º + 180º = 230º). El CCT no sólo debe tomar la decisión de dónde ubicar una pista de aterrizaje, sino de decidir en cada momento cuál es la configuración de la misma para que las aeronaves aterricen viento en contra.
La explicación de esa obsesión por el viento es muy sencilla. El viento no es sino una masa de aire en movimiento, por lo que al despegar en su contra se recorre menos distancia que si aterrizásemos a favor del viento. De hecho una aeronave que aterrice a una velocidad de 70 nudos de IAS, con un viento a favor de 20 nudos orientado en el eje de aterrizaje, tocaría con sus ruedas el suelo a 90 nudos de velocidad terrestre o GS. Si la pista es corta, sin duda se saldría de la misma. Y no olvideis que nada es mas inútil para un piloto que la altitud que queda por arriba, o la pista que queda por detrás. Por eso una de las misiones básicas del CCT es determinar la procedencia del viento dominante, para decidir la orientación con la que balizará su L/Z.
Hay muchos otros conocimientos que se exigen al controlador aéreo de combate. Debe conocer las clases de espacio aéreo, manejar e instalar radiobalizas y ayudas a la navegación, como los TACAN, VORs y DMEs, y asumir el riesgo de operar tras las líneas enemigas sentado encima de un transmisor que anuncia al mundo nuestra posición, debe saber utilizar los mas modernos equipos de transmisión de voz y datos, como las radios multi-banda y multifrecuencia HARRIS, y también se le pide capacidad para llevar a cabo levantamientos topográficos y señalizar de este modo L/Z, H/Zs y D/Zs. Y finalmente no debemos ignorar la misión más entrañable del CCT, que es la dirección de lanzamientos paracaidistas tácticos sobre el campo de batalla. Eso sí, nunca por encima de ciertos nudos de viento, que el viento y los paracas son viejos enemigos.